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martes, 7 de junio de 2011

Segunda parte...

Klauss partió por la mañana.Temprano; con las primeras luces del sol veraniego. Sabía que marchaba para no volver, por lo menos en un tiempo, a la tierra que le vio nacer, crecer, correr, bailar, reir y llorar. Una tierra húmeda y seca al mismo tiempo. Una tierra, en definitiva, que rezumaba un aire a vieja, a vetusta.
Al salir de casa, sólo cogió las llaves del coche, unos cuantos libros y dinero. Creía que eso era todo lo que le hacía falta para hacer frente al futuro próximo.
No sabía a qué debía enfrentarse en esa realidad que le tocaba vivir, a partir de traspasar la puerta del que durante más de viente años había sido su hogar. Esa casa en la que desde los cinco años había correteado, jugando a indios y vaqueros. Donde había destrozado alguna maceta que otra dándole patadas a un balón en la soledad del jardín sin césped que había delante de la casa.
El día prometía ser soleado. Como casi todos los días desde finales de Mayo. Aunque ese año había llovido un poco en los primeros días del mes de Junio. Así pues, montó en su coche, y salió hacia el Norte, en busca de comprensión. Realmente, no sabía porqué iniciaba ese viaje. Solamente sabía que tenía que ir al Norte, donde casi nadie le conocía, a intentar descubrir lo que el sueño, ese sueño tan extraño que le atormentaba desde hacía semanas; le deparaba. ¿Encontraría realmente lo que buscaba en el sueño?¿O se quedaría a medias, como con casi todo lo que había empezado en la vida?
Para él, la frase "dejarse algo a medias", era una de esas que no olvidaba, debido a la gran autoestima que le había dado una madre que parecía que nunca confiaba en él...