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miércoles, 22 de mayo de 2013

La primavera la religión altera (del politeísmo romano al cristianismo)

    Obviamente con la llegada de la Primavera, desde hace milenios, las diferentes culturas y religiones que han poblado, y pueblan este planeta, celebran el hecho con diferentes ritos de los cuales, algunos de ellos han llegado disfrazados hasta la actulidad.
      Y hoy vamos a dedicar la entrada a una tradición que he observado en mi última visita a la ciudad de altas murallas a la que siempre vuelvo: Chinchilla de Montearagón.
      Este pasado fin de semana, coincidiendo con Pentecostés, se ha celebrado la Soldadesca. Durante todo el fin de semana, las personas que cumplen 18 años, se dedican a celebrarlo, con fiestas, etc. Y el domingo por la tarde, parte de esos "quintos" llevan en procesión a la Virgen de las Nieves, patrona de Chinchilla. Parece ser que esta celebración comenzó en el siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión, al celebrar la vuelta de las tropas que habían sido movilizadas al Reino de Valencia, en torno a 1705.
      Como podemos observar, todo se mezcla en un totum revolutum en el coinciden una tradición del siglo XVIII, otra de origen judío sobre la agricultura y las tablas de la ley, y la que más nos ha llamado la atención: loar  los difuntos el día anterior al comienzo de la Soldadesca. Toda esta vorágine entremezclada de soldados, vírgenes, leyes y agricultura, puede interpretarse como un rito de paso o transición del joven a adulto, dentro de la comunidad. En muchas, por no decir todas las culturas, existen estos pasos de joven a adulto. Pero estamos acostumbrados a verlos únicamente en los documentales sobre África o América del Sur, en comunidades cerradas, de las que la mayoría sólo sabemos de ellas por esas imágenes. Y no nos paramo a pensar que el ser humano tiene un inicio común que nos hace responder de manera parecida a situaciones parecidas. Claro está, que cada cultura, al desarrollarse en un tiempo y espacio concretos, está condicionada a desarrollarse más tarde, de una manera diferente. Pero estos ritos, que hoy en día quedan en nuestra Europa como una simple fiesta, tienen un origen muy antiguo, que vemos en culturas como la romana, de la que bebemos un pequeño sorbo de tradición cada día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.
En concreto, sobre lo que se celebra el viernes anterior a la Soldadesca, tenemos un ejemplo en nuestros amigos del Lazio.
     Casualmente, mañana, 23 de Mayo, si fuéramos ciudadanos romanos, celebraríamos el equivalente al segundo día del año dedicado a nuestros antepasados. El primero se dedica en Febrero, y consiste en loar al difunto y además, el Pater Familias escupe habas por toda la casa para ahuyentar a los malos espítitus; y el tercero coincide con el día cristiano de Todos los Santos.
Este día de Mayo se dedica a que las familias lleven flores a la necrópolis para recordar a los difuntos. Y en Chinchilla, el pasado 18 de Mayo, se dedicó a la puesta de flores para recordar a los antepasados. Además, el sábado siguiente por la mañana, se oficia una misa en el cementerio. Con lo cual, una vez más, y nunca me cansaré de repetirlo, somos descendientes directos de esos señores y señoras, con toga y con peplum, que vivieron aquí la friolera de más de seiscientos años. Algo tuvo que quedar si vivieron aquí tanto tiempo...
      Vemos también cómo ese rito de paso a la edad adulta, se conjuga primero con el de alabar a los que no están, con lo que se puede interpretar todo como una tradición de renacimiento: los que no están por los que llegan a la edad adulta. Y todo esto en nuestra España de hoy, en pleno siglo XXI, donde muchos piensan que esas cosas ya no existen, y que son del pasado. 
      Deberíamos pararnos más a observar a nuestro alrededor, y preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, hasta en nuestra vida cotidiana. Todo tiene un origen y una explicación. Y todo tiene solución, menos una cosa.



Ofrenda floral en la Iglesia de Santa María del Salvador (Chinchilla) el pasado sábado, 19 de Mayo