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jueves, 16 de enero de 2014

Iberos y metrosexuales

No podíamos empezar el año 2014 sin una entrada sobre un tema que me lleva rondando en la cabeza desde que realicé, siendo un estudiante de tercer año de carrera, mi primera visita al museo de Arte Ibérico del Cigarralejo. Un museo que se distingue por tener una de las colecciones arqueológicas más completas, referentes a esta cultura que se desarrolló en una parte importante de nuestra Península desde la  Edad del Hierro hasta la conquista romana.
Me dejó fascinado el arte ibérico, que bebe tanto de culturas como la fenicia o la griega, su escritura aun por descifrar, el modo de enterramiento que ha facilitado el que hoy en día tengamos unos restos espectaculares en lo que se refiere a cultura material, etc. Pero otra cosa que me llamó la atención fue el que normalmente, en tumbas asociadas al género masculino, se hayaran pinzas de depilar. Uno, no muy ducho por aquel entonces en aquellas materias -y que sigue sin estarlo- se quedó de piedra al oir a la directora del museo decir: "en esta vitrina podemos observar pinzas de depilar masculinas".
¡Los iberos se depilaban! Había caído un mito. El del "macho ibérico" mostrado por las películas de Landa, Pajares y Esteso. Ese animal bravido con pelo en pecho y cruz de oro revoloteando entre el sudor que avistaba bañistas suecas en las playas del Levante. Ese hombre que, aunque haya pasado su tiempo, algunos -y algunas- todavía recuerdan con nostalgia. Porque claro, según la imaginería popular que podemos ver desde el siglo XIX, e incluso en algunas fiestas actuales, el ibero es un hombre rudo, que no vacila al pelear contra los demás por su territorio, guerrero, casi anárquico, que viste con pieles. Un Conan en toda regla que sacrifica niños y bebe sangre enemiga. Y nada más lejos de la realidad...

La sociedad ibérica o ibera se caracterizaba por tener un componente de influencias procedentes de diversas partes de la geografía mediterránea muy alto. En su arte, y siempre dependiendo de la zona a la que vayamos podremos observar ejemplos que nos hacen pensar en Grecia, Egipto, Fenicia...
Pero nos vamos a quedar con el tema de los pelos. 

El caso es que nos puede resultar raro el uso de pinzas de depilar por parte de los iberos, junto con su cabello que puede ir desde lo más cuidado a lo más greñoso, y podemos caer en la tentación de pensar que es sólo por estética. No dudo que ese sea uno de los motivos, pero ahora llega la parte que intenta ser seria: el uso religioso del pelo masculino en las culturas mediterráneas -en África también existe ese uso religioso o de tránsito pero nos vamos a centrar en la cuenca mediterránea-

Como digo, nos puede resultar raro, extravagante, atípico, el uso de las pinzas de depilar; pero no. Es solo uno de los aparatos que posiblemente se usaran, al igual que las navajas, para representar el paso de la juventud a la edad adulta. Vamos a quedarnos con dos ejemplos que, aunque se dieron en diferentes épocas, abarcan la geografía cercana a la Península Ibérica. 
El primero de ellos lo encontramos en la cultura púnica, los que comúnmente conocemos como carthagineses. Obviamente debido al influjo de la cultura fenicia, ellos usaban la rasuración de manera religiosa,o bien para dar el pelo cortado a un dios como sacrificio, o para rasurar por primera vez al joven que ha llegado a ser adulto. En enterramientos descubiertos en Túnez, Cerdeña o Ibiza, hayamos ejemplos más que de sobra con navajas de afeitar. Además, no solo para los púnicos, y no solo en época antigua el oficio del barbero ha tenido relevancia social. En la Edad Media, por ejemplo, el barbero ejercía también de médico en algunas poblaciones. Incluso en la misma Túnez,en la actual ciudad de Kairouán se encuentra la mezquita del Barbero, en la que según narra la tradición hay pelos de la barba de Mahoma y estaría enterrado su barbero personal. 
El segundo ejemplo lo encontramos, como no, en nuestros colegas romanos. Se sabe que hasta por lo menos el siglo II a.C. el uso de la barba estaba asociado a la juventud y que, por lo menos hasta lo cuarenta años -el que llegaba- era común usarla incluso a la manera griega -tened en mente la película 300-. Además, sabemos que la primera vez que un joven se rasuraba la barba, ese pelo era llevado a un altar y quemado en honor a un dios para la protección del muchacho al llegar a la mayoría de edad. 
Obviamente no debemos olvidar el componente estético. En Roma, ya a fines de la época republicana, se van imponiendo modas que claramente son un fiel reflejo de lo que ha crecido el Imperio, al igual que pasaría con los púnicos y con los mismos iberos. Lo que siempre debemos tener en cuenta es que esta cultura no es esa aglomeración bárbara de personas sin civilizar. Tenían una escala social, unas creencias, unos valores y todo ello dentro del organigrama del pensamiento y la evolución de nuestro Mar Mediterráneo.


Escultura ibera que representa a un hombre con el pelo peinado hacia delante y la cara rasurada. Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo (Mula)