Arribamos a la ciudad de Carthago-Spartaria, con la esperanza de que todo aquello que nos habían comentado durante el viaje no fuera cierto. Pero no es así. Desgraciadamente, he de confirmar, como aportaba en la anterior misiva, que el estado de la ciudad es tal, que las pocas personas que todavía resisten al abandono gubernamental y a las enfermedades provocadas por el penoso mar interno, se agolpan en la ladera del monte que llaman de Sculapio, dios pagano de la medicina. Malviven en los restos de un edificio abandonado, en el cual podemos ver las ruinas nefastas de lo que en otro tiempo, dicen, fue un edificio de espectáculos. Suponemos que de esos entretenimientos mundanos de los que gustaba disfrutar a los paganos. Con hombres vestidos como mujeres, con amplios tacones de madera. Riéndose de sus gobernantes y dioses como gustasen. Un teatro. Por el Espíritu Santo. ¡Un teatro! E incluso a alguien se le ha ocurrido reutilizar una de las entradas laterales como zona religiosa. Nuestro señor no se merece ese acto tan impío. Y no sé cómo el sacerdote del lugar ha permitido tal desfachatez.
En el mismo sitio, donde antaño se encontrarían las gradas del edificio, ahora hay casas. Sucias y desvencijadas, de una sola habitación, en las que habitan familias enteras. Las gallinas y demás animales campan a su alrededor, rodeados a su vez de basureros excavados en el suelo. Y eso da un aspecto más ensordecedor a la imagen.
El monje que ha venido a nuestro encuentro en el muelle, nos ha confirmado que pasaremos la noche en esta decrépita ciudad. Incluso quiere que demos una vuelta por lo que fue el centro de la colonia romana. Ahora está casi deshabitado, pero en otros tiempos, parece ser, gozó de gran esplendor. De hecho, y para que tengamos, según él, un acomodo mayor, nos vamos a hospedar en la antigua basílica de lo que fue el foro. Pero cual es nuestra sorpresa cuando vemos que tenemos que compartir cama con ovejas y demás rebaños. ¡Han usado los edificios como porqueras! E incluso la antigua curia del foro romano, es ahora lugar de prostíbulo. Lo único que permanece en parte sin tocar, son las calles, bien trazadas por los antiguos romanos, al conquistar la ciudad a los púnicos.
Pero incluso en algunas de las calles vemos como se han excavado vertederos para defecar y tirar la basura de las comidas.
Así pues, la visión general que puedo tener de Spartaria es la de una ciudad muerta.
Cuentan que muchas de las personas que vivían aquí y en los alrededores, se han trasladado al interior. No quieren vivir bajo el dominio de los romanos de Oriente. Prefieren ir a ciudades como Elo o Begastri. Dicen que con los visigodos, aunque no sigan los preceptos del Concilio de Nicea, viven mejor. Que sus ciudades no apestan, y que los obispos son respetados. No como en la zona gobernada por los orientales.
Al entrar en lo que antes era el foro, hemos podido ver lo que pueden ser antiguas piscinas, de los baños públicos que existen en toda ciudad por la que hayan pasado los romanos. Pero, al igual que muchos edificios, se encuentran abandonas, con hierbas que les crecen rompiendo los muros antaño fuertes. Incluso alguna familia sin hogar se refugia en el interior, haciendo fogatas.
También hemos pasado por la plaza foral, hallando en ella algunos hornos, en los que se fabrica desde pan hasta vidrio, armas. En fin, todo un conjunto de olores fuertes que no dejan respirar a nadie.
Dicen las leyendas que hemos podido leer, que fue fundada por un héroe de la Guerra de Troya, aquel episodio mítico sin duda. Y que luego fue capital de numerosos imperios y culturas. Que fue la de las altas murallas. Pero ahora sólo quedan casas de techos bajos. Que fue la de los imponentes edificios de mármol. Y hoy en día vemos como los habitantes se llevan esos productos carísimos para aglutinar las construcciones de sus casas. Hay capiteles en las paredes y figuras que sirven como objeto para que los niños tiren piedras.
En fin, una amalgama de colores grises se cierne sobre Spartaria, alejada de la mano del Altísimo. Esperemos que con la labor que pretendemos realizar, logremos que vuelva a ser consagrada y tocada por la mano de Dios.
Mañana, nos dirigiremos a la montaña "mágica".
No hay comentarios:
Publicar un comentario