Quedan un par de días para celebrar, en muchas partes del mundo, de una manera o de otra, el reencuentro de los vivos con los muertos. Con los seres queridos que ya no están, y a los que se les reserva un día en el año, en muchas culturas, para honrarles. Y la nuestra no iba a ser distinta.
Todos los años, como sabemos, el día 1 de Noviembre muchas personas acuden a los cementerios de diversas poblaciones a llevar flores a sus seres queridos, yacentes y viviendo al otro lado, donde, muchas veces, pensamos que es está mejor, viendo la que se nos vino encima.
En otras partes del mundo, como en la zona anglosajona, es la noche anterior en la que se celebra esa festividad, pero de una manera más histriónica, con disfraces que se burlan de la muerte, tal vez porque no quieren aceptar que es lo único que de verdad llega a todos los seres humanos.
Leyendo la gran obra Mito y realidad, del maestro Eliade, podemos ver cómo estos ritos de paso, que hoy en día vemos tan diferentes entre esas culturas del Norte de Europa y nosotros en el Mediterráneo, son más parecidas de lo que nos creemos. Esto se debe a que compartimos con todos ese culto a los muertos, en una época u otra del año, con diferencias en cuanto a la forma de recrearlo, pero no en lo que se quiere expresar: es un ritual de renacimiento. Y ese ritual podemos extrapolarlo a un aspecto de la vida antigua: la agricultura. Por ejemplo, en la época romana, el día 31 de Octubre (II a.K. Nov.), se dedicaba a la ninfa Pomona -decimos ninfa usando el término de Grimal-, que protegía las cosechas para el año siguiente. Se da la premisa de que el mes anterior, Septiembre, es el mes de la recogida del grano. Para una persona que habitara ésta parte del mundo en aquella época, sería como arrancar la vida a los frutos del campo. Pero esa misma persona vería, como tras un período de lluvias, bajas temperaturas e incluso, algunas veces, nieve, ese campo renace, y el fruto vuelve a brotar, tras plantar una nueva semilla en la tierra. Tierra que es muy importante en otras culturas, como las del Oriente Mediterráneo, pues de ella, según diferentes relatos de la creación, viene el hombre. Esos ritos, podemos verlos hoy en día en el llamado Oktober Fest que se celebra en Alemania a finales de Septiembre. Otra vez la cosecha del cereal y celebración con el producto de este: la cerveza de trigo.
Esa "muerte" y "renacimiento" de la vida en el campo, se refleja en el Rapto de Proserpina o Perséfone en las mitologías griega y romana, para explicar el cambio de estaciones. Aunque casualmente los romanos realizaban los ritos de contentar a los espíritus -buenos y malos- en Mayo. El pater familias se llenaba la boca con habas negras que iba escupiendo por la casa, para que esos espíritus se fueran alimentando y les dejaran en paz. Hoy en día, en muchas culturas, y en la nuestra hasta hace poco, se le deja un plato de comida en la mesa al muerto el Día de los Difuntos, o, tomando una tradición que no tiene que ver con esa celebración, en algunos pueblos de nuestra península, hay personas que se llevan comida al cementerio para comer en la tumba del difunto a visitar.
Este tipo de celebraciones podemos enmarcarlas dentro del conjunto que supone la cercanía de la llegada de un nuevo año. No hemos de olvidar que la cronología en el mundo antiguo era cíclica. Aunque los años pasaran, siempre teníamos una nueva cosecha que celebrar. En algunas culturas, como en Australia, todos los años algunas tribus aborígenes "repintan" las pinturas rupestres que realizaron sus antepasados, para renovar y afianzar su religión y su cultura, como podemos leer en Eliade. Así mismo, ese calendario de ciclos nos ha llegado a través de transfiguraciones desde el paganismo al cristianismo católico: la Semana Santa, San Juan, Navidad, no son si no alteraciones de celebraciones de otras religiones que se sustituyen para que el pueblo se vaya acostumbrando a la nueva Fe, y de esa manera llegará un momento en que las nuevas generaciones no recuerden por qué se celebraba antes, la fecha marcada en el calendario.
Con respecto a Halloween, que en los últimos años se ha difundido por nuestro país, no es más que otra exaltación de renovación anual, enmascarada de fiesta religiosa. Entiendo que haya muchos detractores, pero es otra tradición que conmemora, de otra manera, lo mismo que los cristianos católicos, pero desde un punto de vista diferente, aunque muchos no sepan su auténtico significado.
Os dejamos un enlace, para que el quiera celebrar de ésta nueva manera la festividad que nos llega en un par de días:
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